¿CÓMO RETOMAR LA ACTIVIDAD FÍSICA Y LOS ENTRENAMIENTOS TRAS EL COVID-19?

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¿CÓMO RETOMAR LA ACTIVIDAD FÍSICA Y LOS ENTRENAMIENTOS TRAS EL COVID-19?

Muchas personas hemos esperado con ansia retomar los entrenamientos tras el COVID-19. Los primeros contactos con la enfermedad nos han puesto en una situación excepcional para nuestro cuerpo humano en general. Normalmente, en unas vacaciones del periodo estival, adoptamos algo similar al confinamiento que hemos pasado, que se establecen desde los 7 a los 30 días.

Durante dichos días de descanso, desconexión, sol, playa, montaña…nuestras articulaciones se movilizan caminando, nuestra epidermis recibe la dosis recomendable de VitD, disponemos de higiene del sueño, tenemos un flujo ventilatorio justo para que nuestros pulmones no reduzcan su tamaño y el flujo sanguíneo permite que el corazón eyecte sangre para mantener un metabolismo “saludable”.

Todo esto no se ha producido durante los 50 días confinados, y es un grandísimo problema para el futuro de nuestra salud. El University College de Londres publicó en European Journal of Social Psychology en 2008 un estudio en el que afirma que necesitamos 66 días para convertir una actividad en algo automático, por lo tanto, ante la atrofia muscular, la restricción de flujo sanguíneo y ventilatorio y la disminución de rango articular entre muchas otras, hay que añadirle que nuestro cuerpo a adquirido adherencia a una situación sedentaria, es decir, nos enfrentamos a un proceso de readaptación y rentrenamiento.

Retomar la actividad física con responsabilidad

Para retomar la actividad física ya sea de manera personal o con un profesional del sector, se debe conocer el punto de partida en el que se encuentra nuestro cuerpo, y si se tiene algún objetivo en mente (carrera popular, competiciones, etc.), también sería interesante que se estructurase todos los parámetros para una buena periodización y no pasar sustos innecesarios.

Una vez nos vayamos a poner en marcha en retomar la actividad física que teníamos o iniciar una nueva, deberíamos tener presente en que grupo de población estamos.

En primer lugar, aparece la población que no ha desarrollado la enfermedad con dos tipologías, los que presentan patologías (obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades pulmonares, problemas articulares…) y los que no. Puede que estos grupos se dividan también en, aquellos que durante el confinamiento se han mantenido activos (ya sea bicicleta estática, caminar o correr en cinta, ejercicios de movilidad articular, entrenamiento de fuerza…) y un segundo subgrupo que ha paralizado de manera total o parcial su actividad.

Para ambos grupos se recomendaría ponerse en manos de un profesional cualificado puesto que el reentrenamiento será progresivo atendiendo a todos los indicadores fisiológicos y anatómicos (Frecuencia cardíaca, niveles de fuerza unilateral, esfuerzo percibido, rangos de movilidad…) o en ciertos casos, patológicos.

Un plan de entrenamiento en función del contacto con el COVID-19

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Población que haya tenido contacto con la enfermedad.

En un primer subgrupo entraría la población asintomática, donde el sistema inmune ha conseguido neutralizar a la enfermedad. En estos casos es aconsejable todas las pruebas analíticas, de movimiento y respiratorias, aunque no imprescindibles, pero siempre teniendo presente la adecuación y progresión de la actividad.

Como segundo subgrupo de población afectada por el COVID-19 encontraríamos a aquellas personas que has desarrollado sintomatología alguna. En estos casos es imprescindible una analítica para valorar niveles de hemoglobina, leucocitos, linfocitos, vitaminaD entre otros muchos y añadiríamos marcadores inflamatorios para profundizar en la salud de nuestro sistema inmune.

Especial atención para los contagiados por COVID-19

Un sistema inmune afectado es muy vulnerable ante cargas, intensidades y volúmenes altos de entrenamiento. Incluiríamos además en este apartado, unos rayos X del tórax para visualizar estado del pulmón y tamaño del mismo, siempre en el caso que el paciente haya desarrollado una sintomatología centrada en problemas respiratorios. Únicamente si el paciente tiene patologías coronarias, le pediremos pruebas del miocardio como son la técnica Hs Tn, electrocardiograma y ecocardiograma.

En cuanto a las pruebas funcionales y respiratorias serán precisamente, junto con las anteriores, las que nos guíen en el camino hacia la readaptación física, ya que muchos grupos musculares pierden capacidad contráctil y esto a su vez desemboca en dos tipos de consecuencias: tendinosas por la reducción de absorción de fuerza por parte de los tendones y musculoesquelética por la debilidad y descompensación muscular. La capacidad de transporte de oxígeno se habrá visto afectada, y por lo tanto será necesario evaluar el flujo ventilatorio.

Por último, con una atención especial y objetiva, hay que readaptar de manera progresiva el sistema fisiológico y musculoesquelético de las personas que hayan estado hospitalizadas. El principal problema al que se enfrenta esta población es a un sistema inmune muy debilitado y un tamaño pulmonar bastante reducido.

Lo primero que tenemos que observar es que los valores bioquímicos recuperan la normalidad a la vez que descartamos factores de coagulación, que pueden ser perjudiciales a la hora de superar ciertas pulsaciones durante el entrenamiento. Una vez esto, el estado de los pulmones es importante para detectar posibles enfermedades respiratorias que haya adoptado el paciente o capacidades muy bajas de transporte de oxígeno que harán la adecuación aún mas progresiva e incluso suprimir algunas metodologías de entrenamiento no aconsejadas.

A nivel muscular se puede observar mucha CPK y troponina semanas posteriores al inicio de retomar a la actividad física, y dichos valores nos indicarán que modifiquemos la intensidad y metodología del entrenamiento.

Para finalizar, en este tipo de población habría que tener muy presente el daño tendinoso que se pueda producir por altas cargas e impactos innecesarios, cubriendo los justamente adecuados a la mejora de la osteoporosis.

Los deportistas profesionales no son una excepción

Es importante destacar a aquellas personas que se dediquen al deporte de competición o de manera profesional, ya que deberán disponer de más parámetros (los subrayados en la ilustración 2) antes de ponerse en marcha por su alto volumen e intensidad de entrenamiento.

Claramente a todo lo establecido anteriormente habría que añadir el papel fundamental de la psicología y la nutrición en el proceso, tendiendo así un ámbito multidisciplinar.

Estamos ante una enfermedad que puede ocasionar otro tipo de enfermedades crónicas, en su caso respiratorias. En 2017, según la revista científica The BMJ, el 7% de las muertes de todo el mundo fueron causadas por enfermedades respiratorias. La actividad física pautada y a cargo de profesionales, puede disminuir la gravedad, suprimir algunos indicadores de dicha enfermedad e incluso competir y marcarse objetivos de rendimiento.

Redacción Eduardo – Entrenador / Readaptador. Graduado en CAFYD, Máster en Alto Rendimiento Deportivo, Especialista en calidad de movimiento y entrenamiento en la mujer.  Experiencia en deportes de equipo y triatlón.

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